sábado, 4 de junio de 2016

Sólo el amor


SÓLO EL AMOR 
por Francisco-Manuel Nácher 

   El amor, como sugirió Cristo, es el compendio de todas las virtudes: Las que nos relacionan con los demás porque, si hay amor, van incluidas en el ejercicio de ese amor; y las que se refieren al propio desenvolvimiento porque, si el objetivo es el amor, no hay más remedio que desarrollarlas para poder perfeccionarlo, ampliando la capacidad de amar. De modo que todas las virtudes están incluidas en el amor y por eso éste es una fuerza tan grande que, si se tiene por meta de la vida, hace efundir todas las demás, aunque no se busque directamente su desarrollo, porque todas no son más que partes del amor. 
      Del mismo modo, todos los mandamientos se resumen en uno: Amar. Amar a Dios, amar al prójimo y amarnos a nosotros mismos, en el fondo, es lo mismo porque todos no somos sino partes de Dios y somos uno en Él.  
      Si se pretende adquirir alguna de esas virtudes con miras interesadas y egoístas, es decir, para presumir, fingir, sacar provecho, progresar o ascender en esta vida, etc. en detrimento o a costa de otros, aparte de que el hábito que se adquiere no es la virtud en cuestión sino una burda caricatura, el que pretende, supuestamente, desarrollarla, se hunde cada vez más en la miseria moral y retrasa su evolución considerablemente. 

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